Los lunes pueden ser un día duro pero también pueden ser motivo de alegría, por eso cada lunes compartimos una “historia bonita”. Esta es la primera de muchas:

En el centro de Bagdad un coche bomba causa el terror y provoca la muerte de 11 personas. En el mismo cráter, Karim Wasfi da un recital de violonchelo para hacer ver que merece la pena vivir.

Con frases como estas explica el exdirector de la Orquesta Sinfónica Nacional de Irak la forma que tiene de hacer frente a la violencia utilizando su música:

“Quiero incorporar la belleza en la vida de Irak y la música es uno de los aspectos más importantes.”

“Esto va dirigido a cualquier entidad, individuo o ideología. El que sea. Quien quiera que considere que las bombas son la única manera de resolver un desacuerdo.”

“Cuando las cosas son tan anormales e insensatas, nuestro deber es devolver la normalidad y hacer que valga la pena vivir.”

“Es nuestra obligación como artistas hacer la vida soportable.”

Todo esto es un ejemplo de cómo crear belleza donde existe destrucción. Karim también es Fair.

“¿Cuánto tiempo pueden seguir lanzando bombas en Bagdad? Nosotros podemos seguir tocando música los siguientes 5.000 años.”

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Si te dicen arte urbano seguramente pienses en jóvenes pintando en la calle, pero en Lisboa más de uno se habrá llevado una buena sorpresa al ver a las abuelas grafiteras llenando las calles de arte con sus sprays. Esta es una iniciativa de la arquitecta portuguesa Lara Seixo Rodrigues cuyo sueño era conectar generaciones a través del arte, promover el acceso al arte urbano y demostrar que la edad tan solo es un número. Es así como surgió el proyecto Lata 65, un taller de graffiti y arte urbano para personas mayores.

“Me encanta dibujar y esto es un pretexto para seguir haciéndolo.”

“No tenía miedo a la policía desde la revolución portuguesa del 64 y ahora vuelvo a sentir esa adrenalina.” Luisa Cortesao, 65 años.

“Me encanta trabajar con personas mayores y la curiosidad e implicación que tienen con estas actividades es enorme.” Lara Seixo

Así son los artistas de Lata 65, artistas veteranos con un espíritu joven e incansable que ahora miran su ciudad desde una perspectiva distinta.

Asher Jay es una artista conservacionista que utiliza el arte para inspirar acciones globales. Utiliza sus creaciones para luchar por los derechos de los animales y promover así un mundo mejor y más sostenible. Lleva años poniendo su arte al servicio de numerosas causas sociales, lo cual le ha valido el premio “Exploradores Emergentes 2014” de National Geographic.

“Nacida en la India, pero criada por todo el mundo” como ella misma se describe, reside actualmente en Nueva York y transmite sus mensajes al mundo a través del diseño, la ilustración y la literatura.

“Toda la labor creativa que hago, la hago para la conservación de medio ambiente.” Asher Jay

Carrera artística con compromiso social

Asher comenzó su carrera artística cursando estudios en diseño de moda y marketing, pero en los últimos años ha utilizado el arte para volver a sus raíces. Ha producido diversas campañas gráficas, poemas, historias, artículos, ha puesto en marcha numerosas colecciones y composiciones, expuesto en diferentes conferencias, instituciones académicas y salones privados para evocar esperanza y acción a favor del mundo animal.

Una sensibilidad estética marcada por una amalgama de contrastes e influencias culturales. Todo su trabajo está anclado en su profundo compromiso con la creación de un futuro colectivo a través del arte y la cultura. Puedes descubrir más en www.asherjay.com.

Asher Jay es #Fair, ¿y tú?

#YoSoyFair #IamFair

El graffiti de la siguiente imagen es de las calles de Kandahar, uno de los lugares más peligrosos de Afganistán. Malina Suliman lo pintó mostrando un esqueleto vistiendo un burka tras unas cadenas rojas, un autorretrato según su autora. Desafiar al régimen talibán con su arte, considerado antiislámico en su país natal, le llegó a costar a Malina las amenazas de muerte que hicieron a su familia tener que emigrar a la India.

Arte amenazado

Los padres de Malina, la menor de ocho hermanos, no supieron que ésta estaba pintando en las calles de la ciudad hasta que empezaron a recibir amenazas reales. De esta forma, Malina desafió al régimen todo lo que pudo, pero se trasladó a vivir a Bombay tras un ataque en el que hirieron a su padre.

“Estaba bajo arresto domiciliario, sin acceso a internet y sin poder encontrarme con otra gente. Era como vivir en el infierno.”

“Pintaba graffitis en rocas y paredes, y me tiraban piedras y me condenaban. Me hubiera mudado a otra zona, pero si lo hubiera hecho, me habrían seguido y lanzado piedras.”

Su carrera artística

En Bombay, Malina comenzó a estudiar en la Sir J.J. School of Art, una de las más prestigiosas del país, y desde entonces la carrera como artista de esta chica de 25 años no ha dejado de crecer. Sus exposiciones han llegado hasta Londres, ha vivido y trabajado en Europa y ha creado también el Kandahar Fine Arts Association en la ciudad de la que un día tuvo que huir. 

Así es como sigue combatiendo la represión que sufrió en Afganistán: poniendo su arte por encima de todo para seguir transmitiendo los mensajes que quiere hacer llegar al mundo.

“Cuando veo a los niños y niñas trabajando en equipo me siento exultante. Necesitamos ese tipo de libertad en Afganistán.”

Tanto las calaveras como las llaves son iconos recurrentes en el arte de Malina. Las llaves simbolizan todo aquello que puede abrir puertas, abrir caminos y mentes a un mundo distinto. Esta es la historia de Malina Suliman, la artista que con su arte está ayudando literalmente a cambiar el mundo.

#YoSoyFair #IamFair

Nadia Adame es actriz, coreógrafa, bailarina, emprendedora… Pero sobre todo, Nadia es una persona que a pesar de todo jamás dejó de luchar por su sueño, ser bailarina.

Tras 7 años bailando en el Real Conservatorio de Arte Dramático y Danza de Madrid, a los 14 años sufrió un accidente de tráfico que quebrantó su médula, perdiendo la movilidad de sus piernas. Sin embargo, su valor, fuerza, valentía y superación personal no dejaron que aquello le parara los pies.

El día que me subí a un escenario supe que eso era lo que quería. No había dudas.

Se mudó a Estados Unidos a los 18 años, donde se licenció en Teatro y Filología Hispánica. A partir de ese momento todo fue cuesta arriba. Ha bailado en los mejores escenarios, formado parte de compañías de renombre, galardonada en varias ocasiones y formado su propia compañía de danza.

Nadia Adame es en definitiva un ejemplo para todos y aquellos que han tenido el placer de verle en el escenario saben que es una gran artista.