Boa Mistura y el potencial del arte urbano

Vida, cuatro letras dotadas de amplios matices, fue la palabra elegida por el colectivo Boamistura para su acción realizada en la Plaza de la Hoja, Bogotá (Colombia). Esta acción es parte de la estrategia de renovación llevada a cabo en la ciudad.  Una palabra que hace referencia a la nueva vida que las víctimas del conflicto armado están empezando a construir.

La acción fue posible gracias a un proceso colaborativo, en el que la propia comunidad se vio involucrada de manera activa. Niños/as y mayores, sin distinción, se implicaron en el desarrollo de la obra. Esta implicación no sólo se tradujo en avances en la misma día tras día, sino que supuso la excusa perfecta para dar comienzo a nuevas interacciones entre los participantes. Ya no se trataba sólo de pintar, sino de empoderarse y generar nuevas relaciones que dejaran atrás el conflicto para poder mirar hacia adelante.

Lo que estamos buscando precisamente es que a través del arte, estas familias que vienen de base con una serie de conflictos, puedan empezar a encontrar caminos comunes.

VIDA un proyecto de Boa Mistura from mr.lausiv on Vimeo.

Boa Mistura y los graffitis que transforman calles

La acción llevada a cabo en Colombia es sólo un ejemplo del trabajo llevado a cabo por el equipo de Boamistura. Bomistura, en portugués “buena mezcla”,  nació a finales de 2001 en Madrid, lugar donde conserva su cuartel general. Sus integrantes forman un equipo multidisciplinar donde conviven arquitectos, licenciados en bellas artes, ilustradores y licenciados en publicidad y relaciones públicas, entre otros. Un equipo que no ha hecho más que crecer desde que un grupo de amigos comenzara a pintar en las paredes de su barrio a los 15 años.

Sus raíces están en el graffitti, teniendo siempre presente la capacidad transformadora del arte urbano. Desde la realización de su primer mural, esta mentalidad les ha llevado a trabajar en lugares tan dispares como Sudáfrica, Brasil, México o Estados Unidos. De hecho, fue su experiencia pintando un club de ciclismo llamado Velokhaya en Khayelitsha, un township (municipio) a las afueras de Ciudad del Cabo, la que les hizo ser conscientes del potencial del arte participativo.

 Vimos que a través del arte participativo la gente no solo modifica su entorno sino que modifica su manera de relacionarse con él.

En este caso, lograron que el club ciclista que había sido capaz de convertirse en lugar de referencia de la comunidad, cobrase un nuevo significado, gracias a la implicación de los habitantes en su realización. La colaboración con la población local se palpa en cada uno de sus trabajos, que siempre responden a las particularidades del lugar en el que se llevan a cabo. El contexto les inspira y se respira en el resultado de sus trabajos.

Fotografía de Yorokobu

En otras de sus acciones también utilizan la ciudad como soporte, eliminando intermediarios en la relación entre el artista y la obra, y teniendo como premisa la mejora del soporte en el que intervienen.

A veces, sus obras permanecen largo tiempo y logran modificar la percepción del espacio público y la manera de relacionarse con él. Otras, sin embargo, son efímeras. Pero cruzar la mirada con palabras como vida, amor, alegría e inspiración, aunque sea por un breve espacio de tiempo cumple con el deber de todo artista, en palabras de uno de los miembros de Boamistura: “emocionar, sorprender, inspirar”.

Fotografía de Ecosistema Urbano

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